martes, 16 de junio de 2009

Soledad


Llega de a ratos
o para siempre,
con palabras o con callando,
acecha en los tic tac
de algunos relojes,
debajo de la escalera,
sentada a la mesa,
corriendo por las arteria,
o en de pecho de los que rezan
para pedir pero nunca agradecen…
Husmea bajo los parpados
-de preferencia los húmedos-
y vuela montada en suspiros,
es decir; en los besos que no se han dado.
Olfatea descaradamente
la indiferencia y se divierte mirando
de cerca a las mejores promesas;
esas que no se cumplen.
Le gusta la almohada mojada
del llanto que no vale la pena.
Reposa, fuma, y toma café
en las esquinas que se derrumban
con informalidades.
Llega de a ratos y es consejera
de quien para amar se respeta
-así, vale la pena-
pero se anida en la morada fértil
de los que gritan tan fuerte
como su miedo y no dicen nada.
Llega de a ratos,
o para siempre… es inminente.


Due® 29abril09

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